sábado, 27 de febrero de 2010

El llamado



Tan lejos. Entendía que había traspuesto un límite, pero jamás supo cómo disculparse. Después de todo, la gente tenía ritos tan complicados que era casi una utopía cumplirlos sin cometer algún error.
Acurrucada hasta lo mínimo en el asiento trasero y con su humildad de perro, esperaba un castigo que aún no llegaba. Entonces las ruedas chirriaron y fugaz, vio la puerta abierta y la mano dura tomándola por su cerviz. Aulló, menos de dolor que de tristeza. Se descubrió volando por el aire en un planeo breve y luego, la brusca caída. Huyó, solo un trecho. Luego giró sobre sí y distinguió las dos figuras humanas subiendo al automóvil y alejándose con un viento de odio. La soledad comenzó a rodearla y lloró sin evitarlo, mientras sus trémulos cuartos traseros tomaban contacto con la banquina caldeada.
La niña también lloraba. La fiebre causada por la mordedura aumentaba inquietante a pesar de las medicinas administradas y en contra de todo optimismo. Sentado sobre la cama y en constante vigilia, su abuelo se negaba a aceptar los hechos.
¡Perra de mierda, por qué tuviste que hacerlo! – pero ni siquiera así podía odiar al animal.
El cuerpecito infantil se estremeció en un lapsus de dolor y luego se calmó. El viejo dejó escapar algunas lágrimas por la niña. Y también por el animal.
¡Dina! – pensó intenso tras cerrar los ojos.
¡Dina! – pensó aún más intenso.
A decenas de kilómetros, la perra yacía en resignada espera con el hocico sobre sus miembros delanteros. A un tiempo, levantó la cabeza e irguió sus orejas como si hubiera visto u oído algo familiar. Su cola bailaba feliz. Ladró dos veces y comenzó a respirar y a jadear contenta. ¿Se acercaba el amo?... Nada. Su alegría se disipó y volvió a su mansa posición.


(en breve pongo el link para el cuento completo)

viernes, 8 de enero de 2010

Revistas El Péndulo



Las revistas El Péndulo, de las que a continuación subo las fotos de las tapas, atraparon mi avidez por la lectura ya hace varios años. Con ellas continué con el amor que me nació por la literatura de CF cuando tenía entre quince y veinte años. Creo que calaron bastante: uno de mis escritos fue influenciado por los relatos que aparecían en cada número de la revista-libro. Ya lo subiré para deleite o disgusto del que se aventure a leerlo.
Las primeras revistas de El Péndulo aparecieron por el año 1979 pero, debido (¡Oh, qué extraño!) a las vicisitudes económicas del país, no pudo continuar. Luego aparecerían las llamadas Segunda y Tercera Época, igualmente separadas por algunos años y con ellas la mayor tirada (tengo los quince números editados) y la más prolífica en cuanto a recopilaciones de relatos y a ilustraciones. Creo que por la misma causa que impidió continuar con el primer emprendimiento, el segundo y el tercero también se detuvieron y unos años después se retomó pero lamentablemente con una brevedad poco consoladora (tengo los dos únicos números de ésta que llamo la Cuarta Época).
El estilo es similar al de la señera revista Fierro excepto que se deja poco lugar para las historietas y casi todo el espacio de la publicación está dedicado a los relatos de ciencia ficción de los más variados autores.

A continuación, las tapas: