domingo, 19 de julio de 2009

De todos los días

El Patio







Alguna vez en este patio se festejó un casamiento; alguna vez también una despedida de soltero; porque la noche vestida de gala, aunque humilde, también tiene cabida en él.
Con algún diente ausente, pero con esa sonrisa feliz, casi de niño, mi padre bailó con mi madre, tomándola entre sus manos como si fuera una pequeña mariposa blanca, haciéndola girar con el vals que sonaba milagroso en el viejo equipo. El piso de tierra parecía de mármol y el cielo de marzo hizo brillar las estrellas como nuca se había visto. Esa noche festiva quedó guardada para siempre en el alma del patio.







Años después, las mismas noches de marzo habrían de arrullar el sufrimiento de mi padre.
Sentado, pues acostado ya casi no podía respirar, colocaba un almohadón en la mesa y así conciliaba un brevísimo sueño de hombre resignado, bajo el oscuro ramaje de los árboles, que dolidos, dejaban caer sus lágrimas de silencio.
Esa tristeza también quedó guardada en el alma del patio.
Cuando murió me quedó en la memoria la frase que alguien dijo: "Ha caído un quebracho".
Al llegar la navidad, festejada como todas en ese mismo patio, no pude aguantar los recuerdos y mi llanto rodó para quedar en el suelo, como una tinta de pena.



Hacé click en las fotos para ampliarlas.

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