sábado, 27 de junio de 2009

Fragmentos de ausencia



Zapatos


En sus últimos años de sufrir mi padre aprendió a compartir los sentimientos. Un día estábamos en casa tirando todo lo viejo de un galpón tan viejo como el mundo. Nada se salvaba: ropa sucia agujereada por polillas; diarios amarillos con primeras páginas mostrando siempre la misma historia de un país enfermo y sin cura; muebles flacos de no usarse; ¡¡zapatos!! Había un par que nos llamó la atención por su forma y color. Eran aplastados de arriba abajo y tenían una suela ancha. Negros, con los detalles marrón claro de alguna moda pasada.
¿Y éstos? -pregunté con sorpresa.
¡Son para matar cucarachas! -dijo uno de mis hermanos.
¡No! ¡Son las patas de rana de un buzo! -dijo el otro mientras agarraba los zapatos y con los brazos imitaba el movimiento ondulado de las piernas al nadar.
Mi padre rió largo y luminoso pero casi sin hacer ruido, como si el esfuerzo le doliera. Imaginé a alguien bajo el agua con un apretado traje de goma y los raros zapatos. Apenas éramos jóvenes y también reímos mientras el sol alumbraba jocoso esa breve felicidad.




2 comentarios:

geronvital dijo...

Bueno!. Parece que al fin nos decidimos!... En horabuena y SUERTE!. No me voya a perder ninguna entrada.

Anónimo dijo...

¡Cambiale el fondo!. ¡Ponele un negro!...¡Me jode cuando lo miro!...